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«Verdaderamente Dios es el Dios de Todos/as» – Asociada de la Misericordia Reflexiona sobre las Raíces Indígenas

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Por Virginia Fifield, Asociada de la Misericordia

Las Naciones Unidas reconoce el 9 de agosto como el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. Este año es también el 10° aniversario de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

Virginia Fifield, Asociada de la Misericordia

El 9 de agosto es un día que se ha apartado para honrar y reconocer los pueblos indígenas. Puede ser un día como cualquier otro para la mayoría, pero para mí, como parte de la comunidad indígena, es distinto.

La mayoría de las vidas de personas indígenas se vive en una realidad aplastante de ser «forasteros» en sus propias tierras ancestrales. Aprendimos en las clases de historia que, en el gran plan de las cosas, salimos perdiendo. Aunque seamos católicos desde la cuna, parece que nunca somos suficiente. Pero creo que lo más humillante que tuvimos que soportar fue cuando nos daban las cajitas para recaudar dinero para los bebitos paganos. Sé que eran tiempos distintos, pero, aunque quisiéramos pensar que las cosas han cambiado, demasiadas veces son iguales. Nuestros hijos y nietos todavía están en la lucha interna de quienes son en contra de quienes dice la sociedad que son. El racismo internalizado nos ha forzado a cuestionar constantemente si somos suficientemente americanos y suficientemente católicos – y, si es que sí, ¿somos suficientemente nativos?

Dada esta experiencia, ¿pueden imaginar lo que me pasaba por la mente cuando me invitaron a discernir ser una Asociada de la Misericordia? Debido a las experiencias de mi vida, fui más que un poco reticente. Cuando te queman demasiadas veces, sueles desconfiar. Pero después de mi conversación inicial con dos mujeres maravillosas de la Misericordia, Jean Galafaro y Hermana Barbara Stinard, decidí escuchar y aprender sobre Catalina McAuley y la Asociación de la Misericordia antes de hacer una decisión.

Por primera vez en mi experiencia de Iglesia, encontré que fui recibida no sólo con corazones abiertos sino también mentes abiertas. Las personas en el Círculo de la Misericordia acogieron positivamente lo que tal vez fue una manera distinta de ver a Dios. Estaban muy dispuestas a escuchar sobre el concepto indígena de la Creación Cósmica. Escucharon sobre el concepto indígena de interconexión con la creación, y cómo eso mismo es una manera de vivir nuestro propósito divino dentro del plan de Dios. Trataron de entender que los pueblos indígenas creen que lo divino existe en cada persona. En mi experiencia con la Misericordia, cuando las personas tienen preguntas, solamente son preguntas, no juicios. También noto que la Misericordia honra la separación de símbolos y tradiciones que son sagrados y no trata de apropiarlos ni usarlos indebidamente.  

Cuando fui a Standing Rock, traje las oraciones y esperanzas sinceras de la Misericordia, como también las de mi comunidad nativa. Cuando las Hermanas de la Misericordia fueron representadas entre los cleros que fueron a Standing Rock, me enderecé un poquito más y pude decir con más confianza que verdaderamente Dios es el Dios de todas las personas.

Cuando la Misericordia empezó un proceso internacional de reflexión sobre Laudato Si’, de nuevo, me asombró la experiencia. La encíclica del Papa Francisco fue muy influenciada por los pueblos indígenas que él conoció y sirvió en Sudamérica. Habló elocuentemente sobre nuestras responsabilidades de cuidar a nuestra Madre Tierra y cómo todos/as estamos conectados/as cósmicamente a la creación de Dios. También declaró que la muerte de cualquier cultura es en detrimento de todos los pueblos.

La Misericordia me ha mostrado una y otra vez que hay personas que verdaderamente tratan de vivir las palabras de Pablo en Gálatas 3: «Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús… No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos son uno en Cristo Jesús. Y si ustedes son de Cristo, entonces son descendencia de Abraham, herederos según la promesa».