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Mantener la Misericordia con nuestras hermanas y hermanos LGBTQ+

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Esta reflexión blog es parte de una serie continua, Orgullo en la Misericordia que comenzó durante el Mes del Orgullo 2019. Estas reflexiones brotaron de la Declaración del Capítulo 2017 de las Hermanas de la Misericordia desafiándonos a cada una/o, a responder a las personas que sufren por sistemas opresivos y para «educarnos mejor y participar en comprometidos diálogos sobre asuntos de identidad de género y orientación sexual». Les animamos a ustedes a enviar estas publicaciones a alguien que podría tener necesidad de leerlas. Que en unidad, crezcamos en nuestra tolerancia, aceptación y comprensión, y extendamos una mano de acogida a la comunidad LGBTQ+

Por la Hermana Helen Marie Burns

Las Constituciones (regla de vida) de las Hermanas de la Misericordia dice de un modo sencillo en el párrafo #8:

Nos esforzamos por ser testigos de la misericordia cuando reverenciamos la dignidad de cada persona, creamos un espíritu de hospitalidad, y buscamos integrar la palabra y la acción en nuestras vidas.

Nuestras declaraciones de Capítulo del Instituto de los pasados cinco encuentros resaltan la importancia del verbo «esforzar» ya que estos documentos mencionan el «llamado a una conversión continua», «un anhelo por integrar la palabra y la acción» y «en un mundo sufriente [que] nos llama a hablar y actuar con coherencia y clara intencionalidad».

Cuando somos llamadas a buscar integrar la palabra y la acción, y a una conversión continua, quizá no nos hemos dado cuenta del reto de esta llamada. La conversión es un proceso que afecta el estilo de vida, las actitudes, ideas, actividades, emociones y creencias. El prestigioso teólogo Bernard Lonergan escribe: «La conversión puede ser intelectual o moral o religiosa … [y] cada una de las tres está enlazada con las otras dos». No estamos simplemente convertidos. Nos estamos convirtiendo continuamente; esto es: orientándonos hacia la meta, inclinándonos hacia ella. Esta es una característica central de la vida cristiana y, por lo tanto, una característica central de nuestra vida como mujeres religiosas.

Esta llamada a una conversión continua dice no solo acerca de nuestro camino personal, sino también, y quizá de modo más importante, acerca de nuestro camino juntas. Nuevamente, Lonergan describe así ambos, la promesa y el desafío de esta llamada:

La conversión es existencial, intensamente personal, completamente íntima, pero no es tan privada como para ser solitaria. Le puede pasar a muchos, pueden formar una comunidad para sostenerse mutuamente en su autotransformación y para ayudarse mutuamente a resolver las implicaciones y cumplir la promesa de su vida nueva.

Early Works on Theological Method 1

Esta es la belleza de la dirección del Capítulo del 2017 «necesitamos educarnos y participar en diálogos sobre la identidad de género y orientación sexual». Estamos llamadas a comprender con más profundidad nuestra propia identidad de género y orientación sexual para sostenernos unas a otras «en la autotransformación y para ayudarnos mutuamente [y al mundo en necesidad] a enfrentar las implicaciones y el cumplimiento de la promesa de… una vida nueva».

Juntas, exploraremos lo que Dios está haciendo entre nosotras; lo que Dios nos está llamando a ser/a hacer; y sobre cómo creamos una vida juntas que ayude a sostener tanto el ser como el hacer. Nuestra fe nos dice que el Espíritu de Dios está presente y activo en todas nosotras en este universo que se despliega. Los movimientos para los derechos humanos, para los derechos de nuestras comunidades LGBQT+ y para los derechos de las personas inmigrantes son reveladores de la creación de Dios que gime por la perfección.

Como Hermanas de la Misericordia, abrazamos las obras de misericordia espirituales y corporales. Hoy, aprendemos de nuevo a instruir a las personas que carecen de educación, después de instruirnos a nosotras primero; a dar consejo a quien duda, después de reforzar nuestra propia resolución; a perdonar, después de reconocer primero nuestros propios defectos. Quizá es tiempo para que todas nosotras afirmemos nuestra integridad y sigamos de palabra y acción la conversión continua que hemos declarado en numerosos documentos; por el bien de la Iglesia y del mundo.