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Sobre el orgullo y contra el prejuicio

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Esta reflexión blog es parte de una serie continua, Orgullo en la Misericordia que comenzó durante el Mes del Orgullo 2019. Estas reflexiones brotaron de la Declaración del Capítulo 2017 de las Hermanas de la Misericordia desafiándonos a cada una/o, a responder a las personas que sufren por sistemas opresivos y para «educarnos mejor y participar en comprometidos diálogos sobre asuntos de identidad de género y orientación sexual». Les animamos a ustedes a enviar estas publicaciones a alguien que podría tener necesidad de leerlas. Que en unidad, crezcamos en nuestra tolerancia, aceptación y comprensión, y extendamos una mano de acogida a la comunidad LGBTQ+

Por Mary E. Hunt, WATER

Le pregunté a mi hija adolescente si quería acompañarme a la celebración local del Mes del Orgullo en Washington, DC. Ella ya participó siendo pequeña y lo recordaba con cariño por la cantidad de regalos que recibía: un disco brillante, un llavero de muchos colores, muchos dulces de grupos y negocios que mostraban su apoyo a personas LGBTQ+. Pero ahora, como adolescente y más consciente del mundo, no le quedaba claro por qué tener una celebración sobre el Mes del Orgullo. ¿Cuál es el problema?, preguntó ella. Una actitud adolescente típica, pero me dejó pensando mientras trataba de convencerla de que me acompañara.

La respuesta sencilla es que el orgullo es un mecanismo de sobrevivencia para lidiar con los prejuicios. Perdóname, Jane Austen, pero las personas heterosexuales no tienen la exclusiva de las complicadas elecciones matrimoniales y del derecho a casarse por amor. Sin embargo, es solo en mi vida —nací en los años 50— que se ha podido concebir la noción del amor entre las personas del mismo sexo como saludable, bueno, natural y santo.

Gracias al avance en las ciencias sociales y biológicas, es obvio ya que el amor y el disfrute sexual mutuo responsable viene en diferentes formas. Millones de personas que viven una buena vida lo demuestran. Sin embargo, el amor del mismo sexo está aún lejos de ser aceptado en todas partes. Incluso es ilegal en algunas partes.

Este año se cumple el cincuenta aniversario de Stonewall, el nombre del bar propiedad de una mafia en la Villa Greenwich donde personas gay, lesbianas, bisexuales y transgénero lucharon contra la policía que los trataba de arrestar por el simple hecho de estar socializando. Imagina la escena: policías corpulentos arrestando drag queens; jóvenes resistiendo a la policía sabiendo que sus vidas se arruinarían al ser arrestados; mujeres fuertes y enérgicas siendo arrojadas a los camiones como sardinas enlatadas. Afuera, una multitud creciente dejó en claro que esto ya era suficiente, y regresaron a la noche siguiente y desde entonces cada año para declarar su orgullo. Las personas del mismo sexo que se aman ya no serían acosadas. En este cincuenta aniversario, el Comisario de la policía de la ciudad de Nueva York, James P. O’Neill, ofreció una sentida y profunda disculpa: «Las acciones tomadas por la policía de la Ciudad de Nueva York fueron equivocadas; así de sencillo». Veo los valores de la Misericordia reflejadas en su obrar humilde pero poderoso.

Muchos otros factores pusieron en marcha el movimiento LGBTQ+, pero este evento icónico simboliza los cambios en las actitudes y las prácticas que ya se consideran pasadas en muchas partes del mundo. Sin embargo sabemos que aún hay muchos países donde el amor entre las personas del mismo sexo, en el mayor de los casos es inseguro, y en el peor de los casos castigados por la ley. Los cambios vienen poco a poco y a un costo muy elevado.

Este año también se celebra el cincuenta aniversario de DignityUSA, de católicos comprometidos con la equidad de las personas LGBTQ+. El enfoque de la dignidad es transparente y transformador:

“Creemos que los católicos en nuestra diversidad gay, bisexuales, transgénero, queer e intersexuales son miembros del Cuerpo Místico de Cristo, enumerados entre el Pueblo de Dios. Tenemos una dignidad intrínseca porque Dios nos creó, Cristo murió por nosotros y el Espíritu Santo nos santificó por el Bautismo haciéndonos templos vivos del Espíritu, y canales por donde el amor de Dios se hace visible. Por esto, es nuestro derecho, nuestro privilegio y nuestro deber vivir la vida sacramental de la Iglesia, para que seamos instrumentos más poderosos del amor de Dios trabajando entre todas las personas”

(https://www.dignityusa.org/)

Dignity iniciará en julio su celebración, en Chicago, donde organizará una reunión de la Red Internacional de Católicos del Arco Iris, esperando una delegación de 30 países de los cinco continentes. ¿Quién podría imaginar esto 50 años atrás? El tema de la convención de Dignity será «Fieles a nosotros mismos, fieles al Espíritu» captando su historia católica. Dignity lanzará sus próximos 50 años, ahora como parte de un movimiento católico global, a través de lecturas y liturgias, mesas de discusión y bailes.

No ha sido un trabajo fácil, pero ahora que la Suprema Corte se ha declarado a favor del matrimonio igualitario, vivir como persona LGBTQ+ se ha vuelto mucho más fácil. Dicho de otro modo, porque muchas personas LGBTQ+ y nuestros aliados viven como ciudadanos responsables con orgullo, a pesar de los muchos prejuicios, la Suprema Corte se encontró a favor del matrimonio igualitario. Tú elige, pero han sido nuestras victoriosas luchas las que han hecho que algunos jóvenes, como mi hija, puedan darse el lujo de ser indiferentes sobre la celebración del Mes del Orgullo.

Me maravillo de cuán lejos hemos llegado. Pero mi alegría se ve moderada al ver que para muchos —jóvenes, pobres, gente de color, y especialmente las personas trans— la vida es aún difícil. Por esto los esfuerzos por educar y promover están en la cima de mi lista de temas pendientes. Espero y trabajo para que mi hija y sus amigas puedan disfrutar del derecho humano de amar como quieran, y de saber que su amor es de Dios.