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Por la Hermana Angelina Mitre

En la Festividad de la Asunción de la Virgen María las lecturas bíblicas nos presentan la imagen de la mujer preñada y a punto de dar a luz al niño. En el apocalipsis esta mujer tiene que huir para que el niño no perezca, no sea devorado por el Dragón. Estamos representadas en estas mujeres que en sus pueblos sufren los dolores de parto para que nazca una manera distinta de relacionarnos, de vivir.

En palabras de Sofía Chipana, teóloga aymara:

«Estos días, no son tan gratos, nos llegan noticias dolorosas e indignantes de diversos lugares, que paralizan nuestras palabras, porque no se puede vivir de espaldas a los acontecimientos de la vida, porque se trata de despertar la consciencia de que todos y todas estamos interconectados/as, más allá de las fronteras territoriales, somos seres que nos fluimos mutuamente, aunque el que tiene el poder de disparar piense que no se afecta, se afecta de gran manera, todo queda registrado en nuestros cuerpos y el cosmos.»

La fuerza del Dragón es capaz de exterminar a muchos pueblos. Más la resistencia de hombres y mujeres se muestra diariamente; algunos siguen luchando en sus propios países, otros huyen para empezar nuevamente en algún otro lugar.

El evangelio de Lucas nos presenta a dos mujeres embarazadas que se encuentran, se interconectan, se alegran, se reconocen como mujeres bendecidas, tienen las semillas de la NUEVA VIDA.

Es el tiempo del encuentro, de recobrar fuerzas con las palabras de unos a otros para saber que no estamos solos, somos interdependientes, somos parte del cosmos. Que todos estamos entrelazados entre nosotros mismos, con los seres de la naturaleza, con la madre tierra o Pachamama. Sofía Chipana continúa:

«Las cosmovisiones vinculadas al cosmos, plantean núcleos generadores de armonía y equilibrio, como la reciprocidad, complementariedad, comunitariedad e interrelacionalidad, que propician el Buen Vivir y provocan el Buen Convivir.»

(Chipana, 2012)

En medio del caos, de las ideologías que nos dicen que debemos tener más, para ser mejor que otros, que hay que romper el equilibrio ecológico en nombre del progreso; surgen los movimientos de jóvenes que quieren una sociedad diferente, que se animan a participar en la política para que la gestión pública respete los principios de honradez y eficacia, que defienden el planeta del calentamiento global. Hay hombres y mujeres que se movilizan, que no se quedan callados, que exigen su derecho a existir, a vivir en paz. Una manifestación de este movimiento son las olas de inmigrantes.

Los y las migrantes se han hecho visibles para darnos en la cara y decir que no están dispuestos a seguir viviendo en el miedo, sin sus derechos fundamentales. Han migrado a nuestros países, nos han incomodados y llaman a nuestro sentido de solidaridad. El Señor sigue haciendo su obra con nosotros, al no resignarnos a la muerte, a la desesperanza, al ataque del Dragón.

En nuestra Comunidad de Misericordia hay un movimiento del Espíritu a SER UNA, es un signo de nueva vida. ¿Cómo la Mujer en el Desierto, María e Isabel estamos preñadas de futuro?, ¿cómo hacemos posible este futuro?