donar

A través de un voto de servicio a las personas pobres, enfermas y las que carecen de una educación, nos atraen los ministerios donde vemos una necesidad insatisfecha. Con ese fin, servimos al pueblo de Dios en la educación, en el cuidado de la salud y en otros ministerios que promueven el bienestar social, político, económico y espiritual (Constituciones de la Misericordia 9:4). Al encargarnos de un asunto digno de preocupación, arrojamos luz sobre una deficiencia particular de la sociedad. Ya sea que un ministerio beneficie a unos pocos o muchos, cada luz brilla igualmente resplandeciente.  

Como Hermanas de la Misericordia, auspiciamos instituciones para responder a nuestras inquietudes permanentes y para testimoniar la misión de Cristo. Dentro de estas instituciones nosotras, junto con los que se unen a nosotras en el trabajo y junto con los que servimos, nos esforzamos por ser modelos de misericordia y de justicia y por promover el cambio de las estructuras sociales según estos ideales (Constituciones de la Misericordia 9:5). Algunos ministerios son auspiciados o co-auspiciados por las Hermanas de la Misericordia de las Américas, mientras que otros son socios afiliados o históricos. Independientemente de la relación, junto con nuestras asociadas y asociados de la Misericordia, con colaboradores de la Misericordia y el personal del ministerio, proporcionamos apoyo moral, de corazón y con la oración.  

El más importante de todos nuestros ministerios es el de la oración. Nuestra oración apoya a todas las personas en el ministerio de la Misericordia. Todas están dando luz. Cada una es una lámpara brillante. 

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