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Por la Hermana Patty Cook

Hace mucho tiempo, nuestro Instituto de la Misericordia fue «fundado en el Calvario,

allí para servir a un Redentor crucificado».

Eso dijo nuestra Catalina.

Así lo dice nuestra Santa Regla.

Ah, pero eso era entonces: el nexo, el momento del Calvario,

un «buen viernes» que nunca fue un mal viernes (nota del traductor: la autora hace referencia al nombre del Viernes Santo en inglés, «Good Friday», que se traduce literalmente en español como «buen viernes»). Luego, inmediatamente después del Calvario y la tumba, llegó la extraordinaria explosión


María de Magdala fue la primera, testiga solitaria,

en el oscuro amanecer del día,

con apenas suficiente luz para determinar lo que estaba al acecho,

quién estaba allí en las sombras.


No es de extrañar que San Agustín apareciera unos cientos de años después y luego de estudiar devotamente, le diera un nuevo y maravilloso apelativo,

«María Magdalena, Apóstol de Apóstoles».

Ella fue la primera en anunciar el cruce de fronteras para Jesús,

el Amado,

dando el gran salto a la nueva vida de la Resurrección. Jesús el Cristo retiró todas las cortinas terrenales.

Nuestra imaginación llena de fe se tambalea en un nuevo terreno.

¡Ve despacio!


Aguanta tu dulce respiración, no sea que imagines una resurrección errónea

de un cadáver crucificado sangriento. ¡Ah, no! Ésta es la Nueva Vida, erguida, con una trayectoria que avanza,

con todos los límites estallando fuera de la vista y la mente.

Así que, bienvenidas al momento siempre nuevo, aquí y ahora,

un nuevo matrimonio entre cielos y tierra.

¡Hecho consumado! ¡Todo se ha cumplido!


¿Cumplido?

Sí, pero siempre surgiendo en un futuro desconocido.

Bienvenidas al lugar donde todas podemos inclinar nuestras orgullosas cabezas.

¡El Cristo Cósmico, el Conector Divino reina aquí!

Entren, con la alegría de la Pascua, hacia una celebración como ninguna otra.

Entren, con la alegría de la Pascua, hacia una celebración como ninguna otra.

El Dios de Misterio está obrando subversivamente, plantando signos que descubrimos, mientras encontramos rastros divinos en nuestra tierra verdaderamente reales, hoy, aquí, ahora.

Jesús nos lo contó todo en su primera predicación, como se relata en el antiguo evangelio de Marcos::


«El momento es ahora;

      El Reino de Dios está aquí;

            cambien su forma de pensar;

                  crean en la Buena Nueva».


El Papa Francisco nos ha invitado a despertar a lo que es real, y luego a despertar al mundo entero.

Nada de vuelos en solitario.; No hay piloto automático. Vamos como Uno, tropezando juntos.

¿No te has preguntado siempre por qué llamamos a las fiestas de bautismo “Christening” en inglés, «cristianar» en español)?; Contemplen. Yo no soy el Cristo. Ustedes individualmente no son el Cristo. Nuestro milagro de Pascua es que, juntos, somos el Cristo, Resucitado y Presente.

No hay otro.


Hace siglos en España, Santa Teresa de Ávila lo proclamó en el absoluto: «Cristo no tiene otro cuerpo ahora sino el tuyo».

¡Oh, Maravilla de las Maravillas!

La Resurrección sigue haciendo caer años y tierras, ¡hacia el futuro!

Recientemente, el filósofo Ken Wilber nos recordó que el próximo Cristo no será una especie de superhéroe más grande que la vida, sino una colección de gente bastante común, viviendo la Buena Nueva.

Sí, Jesús realmente murió como un judío del primer siglo en Jerusalén. Sí, Jesús sigue viviendo como el Cristo, en nosotros y más allá de nosotros hoy en día. ¡Ah, la Pascua!


La fe nos une. La misericordia nos impulsa. La fidelidad nos lleva hacia adelante. El servicio amoroso siempre nos define. El amor divino nos centra.

Nuestra propia Hermana Pat McDermott nos anima a mirar de modo orado y a escuchar atentamente las señales del Uno, que nos llaman desde el futuro.

En el Libro Sagrado Musulmán brilla una luz magnífica y clara en nuestro camino de descubrimiento. Allí, en el segundo Sutra del Corán, se anuncia audazmente:


«Sea cual sea el camino que tomemos, allí está el rostro de Dios».

     La gracia inunda la realidad

          Dios habla

               La revelación ocurre

                    No hay vuelta atrás


Así que vengan, demos un paso adelante con alegría pascual, vivas a nuestro entorno impregnado, la realidad esperando a ser descubierta y bautizada de nuevo. Teilhard opinó que la señal infalible de la presencia de Dios sería la alegría.

Fue el Papa Francisco quien ubicó la fuente de nuestra alegría en el Evangelio.

Así pues, ¡que tengan la Pascua más feliz de la historia!