El acuerdo de alto el fuego en Gaza nos da esperanza, y oramos para que ofrezca un camino hacia una paz duradera y el fin del sufrimiento. Seguiremos orando con gratitud por la liberación de rehenes israelíes, la devolución de los cuerpos de rehenes fallecidos, la liberación de cientos de prisioneros palestinos, el regreso seguro de gazatíes desplazados, así como la entrega de ayuda vital al pueblo de Gaza.
Queda una enorme cantidad de trabajo por hacer para aliviar el sufrimiento de las personas en Gaza, que han visto morir a decenas de miles de infantes y familiares mientras enfrentan hambre extrema ante la falta de ayuda. Sus hogares, negocios, hospitales e infraestructura crítica han sido destruidos. La zona debe ser reconstruida y ofrecer oportunidades para que el pueblo de Gaza regrese, prospere y viva en paz.
Si bien reconocemos el papel de la administración estadounidense en la negociación del alto el fuego, es importante señalar que Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo cómplice en el suministro de armas a Israel.
Para asegurar una paz duradera, debe haber un compromiso con la justicia. El establecimiento de un diálogo interreligioso, que transforme mentalidades y narrativas, es un componente esencial del plan. La seguridad del pueblo israelí está vinculada a la justicia y al derecho a la libertad del pueblo palestino. Los líderes mundiales son responsables de garantizar que las partes cumplan con sus compromisos.