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Marcha del Orgullo en Buenos Aires, defendiendo la dignidad 

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Por Hermana Charo Lillo

El sábado 1 de noviembre se realizó en Buenos Aires la 34ª Marcha del Orgullo LGBTIQ+, una de las movilizaciones más importantes del país en defensa de la diversidad y los derechos conquistados. Este evento, que se celebra cada primer sábado de noviembre desde 1992, reunió este año a más de dos millones de personas bajo el lema: Frente al odio y la violencia: más orgullo y unidad y El orgullo vence al odio. La jornada comenzó con una feria y espectáculos en Plaza de Mayo y culminó con la marcha hacia el Congreso de la Nación.  

A pesar de que la Argentina ha sido pionera en la región en materia de derechos LGBTIQ+ —con la aprobación del matrimonio igualitario en 2010 y la Ley de Identidad de Género en 2012, que permite a las personas trans modificar sus datos y acceder a tratamientos de salud— persisten grandes desafíos. La discriminación, la exclusión y la violencia siguen presentes: este año, los travesticidios y transfemicidios aumentaron un 70%, lo que evidencia la urgencia de políticas efectivas.  

A esto se suma el contexto político de fuerte confrontación y violencia con el que piensa distinto. En febrero, durante el Foro Económico Mundial en Davos, el presidente Javier Milei pronunció un discurso en el que vinculó la homosexualidad con la pedofilia, generando un fuerte rechazo. Además, el gobierno pretende impulsa reformas que incluyen la eliminación de la figura del femicidio y del cupo laboral trans.   

Frente a estas amenazas, la comunidad LGBTIQ+ emitió un comunicado llamando a defender la democracia y los derechos conquistados: “El Orgullo vence cada vez que asumimos nuestras identidades, cuando rechazamos el mandato de la vergüenza y expresamos libremente nuestras orientaciones sexuales e identidades de género en el ámbito público.” Por eso, la consigna La vida está en riesgo resonó con fuerza en la marcha. Muchas organizaciones sociales se convocaron para repudiar discursos que atentan contra la dignidad humana.  

En Argentina, la implementación plena de las leyes y el acceso real a los derechos siguen siendo desafíos. La lucha continúa, porque el orgullo no es solo una celebración: es resistencia, memoria y esperanza.