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Cuarta Semana de Adviento — Un Salto al Amor

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Esta es la cuarta reflexión en nuestra serie de blogs del Adviento 2019.

En esta estación de esperanza y anticipo, les invitamos a subscribirse a nuestro blog y a leer junto con nosotras.

Por Hermana Denise Colgan

La leyenda musical, Tina Turner lanzó uno de sus más grandes éxitos en 1984. En él hizo una pregunta esencial: «¿Qué tiene que ver el amor en eso?». Tal vez sea buena idea hacernos la misma pregunta en esta cuarta semana de Adviento. ¿Qué tiene que ver el amor en nuestro camino, en estos últimos días de preparación?

A este punto sería fácil ascender a las alturas floridas del lenguaje figurativo y dibujar una imagen entusiasta del amor con palabras. No habría nada malo en una imagen así, nuestra fe se basa en la creencia de que Dios ama a toda la creación. Este amor es todo inclusivo, todo misericordioso e incondicional al grado de apenas poder asimilarlo; incluso cuando llegamos a exasperar a Dios —y, como Ajaz, el rey diabólico de Judá, nosotros «no pedimos una señal»— Dios está ahí, proveyendo en nuestras necesidades y nada le impide detener la generosidad divina. De hecho, tanto el salmista como Pablo parecen hablar asombrados de la presencia de Dios entre nosotros. Con imágenes y tonos elevados, ambos transmiten la magnitud absoluta del amor de Dios y de su cuidado para con nosotras. ¿Qué mejor ejemplo de esto que Dios hecho hombre, haciendo el último sacrificio para salvarnos de la muerte y la destrucción y separación? Tenemos el don diario de muchos ejemplos individuales y comunitarios del amor fiel de Dios. Quizá, entonces, debamos preguntarnos algo un poco diferente: ¿Qué tiene que ver nuestro amor en estos días de Adviento?

Todas las personas tienen su comprensión favorita sobre cuál es la naturaleza del amor. Solo puedo sugerir que, en parte, es una elección que nos une la una a la otra, y a Dios. Es lo que nos recuerda que todas estamos juntas en este viaje de la vida. Como miembros de la familia humana, nuestros corazones se pueden hinchar y olvidar todo lo demás, excepto de quienes están ante nosotras cuando nos sumergimos en las profundidades del amor o nos dejamos envolver por su aceptación y afecto, así como por su esperanza, paz y alegría. Esto es amor en su máxima expresión. Es cuando son más fuertes nuestras conexiones con Dios, personalmente y con los demás.

Esto no significa que el amor sea siempre fácil. A veces eso parece, pero también puede ser muy difícil. José se enfrentó a un dilema casi imposible. Lo que le dijo el ángel debió haber extendido los límites de su comprensión sobre la realidad. Las emociones por las que pasó seguro le produjeron gran confusión y quizá, también, asombro. Sin embargo, José consiguió dejarse llevar por el proceso de responder con amor tanto a Dios como a María. Creo que no se olvidó de sí mismo ni negó su confusión. Simplemente soltó su carga. Quizá pudo haberse rendido en el momento, ver más allá de la ira, la decepción y el dolor para dar ese salto de fe al amor, con amor y para el amor.

En estos pocos días que quedan del tiempo de Adviento, cuando dediquemos unos momentos de tranquilidad para respirar y recordar de qué se trata este tiempo, que podamos preguntarnos: «¿Qué tiene que ver el amor en esto?».

¡¡TODO!!