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Enseñar a quien no sabe: Hacer la transformación real

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Por Hermana Angela Perez

En la serie de reflexiones de Cuaresma de este año, siete hermanas ofrecen sus historias personales y sus perspectivas sobre cada una de las Obras de Misericordia Espirituales y cómo los actos de misericordia pueden tener un profundo impacto en las vidas de nuestras hermanas y hermanos. Acompañan a estas reflexiones unos dibujos lineales de Hermana Mary Clare Agnew, contemporánea de Catalina McAuley, que ilustran el ministerio de las Hermanas de la Misericordia en la Irlanda de 1830.

En la Serie de la Misericordia en Acción sobre No violencia, en enero de 2023, el Padre John Dear compartió la siguiente historia:

Una religiosa volvía a casa después del trabajo, a altas horas de la noche, cuando un hombre se le acercó por detrás y le dijo que tenía un cuchillo. La religiosa se dio la vuelta y le dijo: «No tengo una manzana y me voy a casa». Desconcertado por su declaración, el hombre abandonó su misión.

Poco antes de escuchar esta historia, recibí una invitación para escribir una reflexión cuaresmal sobre la obra de misericordia espiritual «para enseñar a quien no sabe». Después de escuchar a John Dear, mi perspectiva cambió de cómo estaba «haciendo realidad» las prioridades de Catalina de brindar instrucción, a cómo estaba «haciendo realidad» la transformación continua necesaria para no ser alguien que no sabe.

Les invito a leer, o releer, el excelente artículo de Hermana Pat McCann «La ignorancia no es una dicha». El artículo señala que en los últimos años se ha cambiado el término por el de sin educación, que es menos peyorativo. Y escribe: «Sin embargo, en los tiempos contemporáneos, estamos descubriendo una nueva urgencia para denunciar la falta de educación. Esto paraliza nuestra sociedad de muchas maneras destructivas: el racismo tiene sus raíces en la falta de educación, la intolerancia tiene sus raíces en la falta de educación, el sexismo tiene sus raíces en la falta de educación, el capitalismo salvaje tiene sus raíces en la falta de educación, ignorar el ecologismo tiene sus raíces en la falta de educación, tolerar la violencia tiene sus raíces en la falta de educación, oprimir a pobres tiene sus raíces en la falta de educación. La lista podría continuar. De hecho, la falta de educación es la base de tantos males en la sociedad humana… El grave peligro de la falta de educación radica en la ceguera moral que fomenta». Pat continúa citando ejemplos de prejuicios debidos a la falta de educación.

«Muchas de las personas con las discapacidades descritas anteriormente son buenas personas normales y comunes. Van a la iglesia, quieren a sus familias, son buenos vecinos, viven entre nosotras y a veces somos nosotras. La falta de educación se debe a una experiencia limitada de la diversidad cultural, la desinformación, la influencia del grupo de pares, el miedo, etc.».

A veces, somos nosotras las perjudicadas por la falta de educación. Lo veo con asombro y aprecio por el esclarecimiento, así como con esperanza al darme cuenta de que he sido y soy un medio de transformación. Como Henri Nouwen señaló en uno de sus libros, «somos sanadoras con heridas».

Hace un par de semanas, estaba en un entierro cuando un señor de mediana edad se me acercó y me preguntó si me acordaba de él. Cuando se identificó, lo reconocí y me acordé de él. Me agradeció que le hubiera ayudado cuando fui voluntaria en un Programa Residencial de Tratamiento de Abuso de Sustancias del Departamento de Instituciones Penitenciarias. Eso fue hace 21 años. «Hermana, Dios está en mi vida», me dijo. Hace poco, asistí a una misa funeral de una de mis anteriores alumnas. Fue una mujer impresionantemente culta que gozaba de gran prestigio en la Universidad de Guam por su liderazgo en la comunidad académica, en particular como decana de la Facultad de Salud. La respetaban en la comunidad en general por su ayuda a las personas más vulnerables, especialmente a quienes carecen de hogar. El panegírico y la homilía reconocieron su testimonio de nuestro Carisma de la Misericordia e hicieron referencia a las Hermanas de la Misericordia. Su vida desafió la falta de educación.

Que continuemos nuestro camino de transformación, en especial durante estos 40 días de Cuaresma. Sabemos que empieza por la persona misma y, por tanto, debemos mirar profundamente hacia nuestro interior y hacer el trabajo desde el corazón.

No hace falta decir que hay que amar a las demás personas y aprender de ellas. Según John Dear, quienes desencadenan la ira en nosotras son nuestros maestros. Dediquémonos a una acción que aborde las Obras de Misericordia Espirituales o Corporales o nuestros Asuntos Críticos.

La paz sea con ustedes.