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Por la Hermana Renee Yann

«Sácianos por la mañana con tu misericordia y cantaremos con gozo». – Salmo 90,14

Cada día, cada alma es llamada del sueño a la vida, de la oscuridad al amanecer.  Tan seguro como el sol besa la flor, tan suave como la hierba se refresca por la lluvia, el gorrión deja su nido, el zorro su madriguera.  Desde el amanecer en el oriente, por todas las naciones, se abre la cortina como revelación.  Cada país se ilumina por mares y desiertos, llanos y montañas, guerras y paz.

En tu propia alma, todas tus geografías personales se despiertan, encendidas una por una con la conciencia de la vida.  Cada persona que ha entrado en tu vida – sea amante, amiga/o, hermana/o, o la sombra de un desconocido que viste una tarde distante – cada una/o, esta mañana, será azotada/o como la Chispa de la Mañana prende una vela, por las astillas de leña de Dios.  ¿Se encenderán sus vidas?  ¿Y la tuya?

Dios nos enciende para vivir la vida sagrada de Dios en nuestro tiempo.  Cada una/o de nosotras/os nos desplegaremos en una llama vital o arderemos en las cenizas de la falta de conciencia.  Desde lo hondo de la pobreza o lo superficial de la riqueza, no importa.  Es la misma Luz.  Nos tocará a todas/os.

Lo que difiere son las sombras que cada persona usa para envolver el corazón, aquellos velos de decepción donde nos escondemos del resplandor misericordioso de Dios.  ¿Qué velo puedo hacer de lado hoy?  Distracción, preocupación, venganza, resentimiento, ser presumida/o, pereza, falta de intención en mis decisiones, esclavitud de una relación tóxica?  En este momento, ¿qué revelación me permitirá abrazar la vida, don maravilloso de Dios?

¿Miraré directamente a los ojos brillantes de Dios hoy al enfrentar mi propio corazón?  ¿Permitiré que Dios me mire también a través de los corazones de los seres que comparten este amanecer conmigo?