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Orgullo y profecía en el entorno de la Misericordia

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Por la Hermana Janet Rozzano

El título de este blog se me ocurrió mientras trataba de encontrar un buen enfoque para mi reflexión. Como suelo hacer, recurrí al diccionario para empezar. Allí se define la palabra orgullo como «deleite o euforia que surge de algún acto, posesión o relación». Para las expresiones orgulloso u orgullosa, encontré «muy complacido(a), exultante» y «que tiene el debido respeto por sí mismo(a)». Entonces, ¿de qué o de quién estoy orgullosa como lesbiana y Hermana de la Misericordia?

Mientras celebramos el Mes del Orgullo 2021, me siento orgullosa de poder ser franca sobre mi identidad sexual dentro y fuera de mi comunidad. Estoy encantada de que tantas personas con las que he compartido mi historia me hayan avalado y apoyado. Me he sentido muy feliz cuando, a pesar de mi reticencia personal, he podido apoyar a otras personas lesbianas y gays o he ayudado a educar a otros sobre la experiencia de ser lesbiana o gay en un mundo que no siempre es acogedor.

Sin embargo, al principio de mi propio caminar para revelar mi identidad, me di cuenta de que también estaba llamada a aprovechar el aspecto profético de nuestra vocación; llamada a ver, decir y hacer algo sobre la injusticia, sobre la discrepancia entre lo que es y lo que la Palabra de Dios nos llama a hacer. Mi experiencia personal de formar parte de la comunidad LGBTQ+ marginada acentúa la urgencia de esta llamada.

En mi mente se destacan dos acontecimientos relacionados con esta llamada y sus exigencias.

El primer evento público de gays y lesbianas al que asistí fue la convención nacional de DignityUSA en 1983. El entonces arzobispo de Seattle, Raymond Hunthausen, había dado la bienvenida a la organización para celebrar la misa en la catedral y, como él iba a estar ausente mientras nosotros estábamos allí, grabó en video un breve discurso de bienvenida. Más tarde fue reprendido por permitirnos utilizar el espacio.

En 1988, al capítulo local de Dignity en San Francisco se le negó el permiso para seguir celebrando su misa dominical semanal en una iglesia católica. Como yo había formado parte de esta comunidad dominical durante varios años, opté por marchar con ellos desde la iglesia donde habíamos estado celebrando nuestras misas dominicales hasta la catedral de San Francisco, fuera de la cual celebramos un servicio de oración. ¡Qué bien recuerdo la canción que entonamos aquella noche! de la cantante queer de folk y protesta Holly Near, con enmienda en la primera línea que fue compuesta por Dignity:

Somos un pueblo orgulloso e iracundo y estamos cantando, cantando por nuestras vidas…
Somos un pueblo que busca la justicia y estamos cantando, cantando por nuestras vidas…
Somos jóvenes y viejos juntos y estamos cantando, cantando por nuestras vidas…
Somos una tierra de muchos colores y estamos cantando, cantando por nuestras vidas…
Somos gays y heterosexuales juntos, y estamos cantando, cantando por nuestras vidas…
Somos un pueblo amable y cariñoso y estamos cantando, cantando por nuestras vidas…

– Holly Near, «Cantando por nuestras vidas» (1978)

En los años siguientes, he seguido respondiendo de diversas maneras a esta misión de «oposición leal»: hablando, escribiendo cartas, educando a otros, marchando en protesta.

¿Cómo lo hago con el espíritu de misericordia? Aunque parezca sencillo, el Suscipe de Catalina siempre ha sido un ancla poderosa para mí. Lo más importante es la frase que dice: «Quita de mi corazón toda ansiedad dolorosa». El miedo es a menudo mi primera reacción en situaciones de conflicto o de protesta pública, y las palabras de Catalina me calman y tranquilizan. También encuentro fundamento en su deseo de entregarse por completo a la Providencia amorosa de Dios. Después de todo nuestro discernimiento sobre cómo abordar una determinada injusticia, eso es lo que debemos hacer al final. La propia Catalina arroja luz sobre esto cuando dice: «Debemos actuar como si el éxito dependiera de nuestros propios esfuerzos, pero orar como si el éxito dependiera de Dios».

Al unir la oración y la contemplación profundas con una lectura sensible de los signos de los tiempos, Catalina respondió a las necesidades de su época. Creo que ella vería nuestra acogida, comprensión y trabajo por la justicia en la comunidad LGBTQ+ como una necesidad muy real de nuestro tiempo. Si eligiera una cita de las Sagradas Escrituras para alentar nuestro trabajo en este ámbito, me la imagino sugiriendo las palabras del profeta Miqueas «…Actúa con justicia, ama con ternura y camina humildemente con nuestro Dios».