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Por la voluntaria de la Misericordia Lauren Scheunemann, Detroit, Michigan

Adaptado con permiso del Cuerpo de Voluntarias y Voluntarios de la Misericordia

Cuando estaba discerniendo qué hacer después de graduarme de la universidad, realmente no había duda de si quería o no comprometerme con un año de servicio, sólo era cuestión de dónde y con qué programa. Después de mi proceso de solicitud y entrevista con el Cuerpo de Voluntarias y Voluntarios de la Misericordia (CVM), tenía claro que este era mi lugar. El CVM es una familia de voluntarias/os y personal que se comprometen a responder a los gritos de injusticia social a través de la fe, el servicio y el deseo de estar inmersos en la solidaridad con la comunidad.

En mi sitio de servicio, la Escuela Secundaria «Detroit Cristo Rey» en Detroit, Michigan, estoy rodeada de personal y estudiantes que me han adoptado en su comunidad y que son una fuente constante de asombro para mí. Trabajo en la oficina del Ministerio del Campus, por lo que tengo la oportunidad única de interactuar con estudiantes a través de retiros, servicios de oración, clubes extracurriculares y proyectos de servicio. Cada mañana entro por la puerta y espero con ilusión el día que me espera, ya que cada día está lleno de conversaciones o experiencias diferentes a las del anterior. No digo que cada día sea perfecto o fácil, pero cada día merece la pena. Al trabajar en una escuela, uno piensa que es uno quien enseña a sus estudiantes, pero en realidad son los estudiantes quienes me enseñan a mí. Así es como sé que estoy haciendo este año «bien».

Si he aprendido algo hasta ahora sobre el propósito de un año de servicio, es que no es un tiempo para que dirijas, sino para que sigas y simplemente seas. Es un momento para que te sumerjas en la comunidad que se te ha dado y que te rodea, para que aceptes lo incómodo y los retos sin cuestionar ni dudar. Camina al lado de los que sirves y con los que sirves, no delante de ellos. Cuánto más abras tu corazón y tus oídos, más verás la belleza de la autenticidad en las relaciones que se están formando.

Estas relaciones son importantes no sólo en tu centro de servicio, sino también dentro de tu comunidad. Uno de los sentimientos más gratificantes es saber que, al final de un día duro o de tu mejor día, tienes una comunidad a la que acudir que comparte tu comprensión de lo que estás pasando o de lo que estás experimentando. Tu comunidad te otorga un sentido de reciprocidad y un inmenso apoyo que no se encuentra en cualquier parte.

Un año de servicio otorga una increíble oportunidad de caminar junto a otros que tienen la misma pasión, deseo y valores que tú para hacer la diferencia y luchar por la injusticia social. Aunque no cambies el mundo, definitivamente cambiarás tu propia vida a través de las interacciones y experiencias dentro de tu ciudad, sitio y comunidad de servicio.

Ver el artículo original del blog en el sitio web del Cuerpo de Voluntarias y Voluntarios de la Misericordia.