Por la Hermana Mary Reilly, como se lo contó a Catherine Walsh, especialista en comunicaciones
Soy una monja de noventa años que he dedicado mi vida trabajando para empoderar mujeres y niñas, especialmente aquellas que viven en la pobreza. La canción que quiero para mi funeral es «I Am a Woman» (Soy una mujer) de Helen Reddy. Me inspira su primera línea, «I am a woman, hear me roar!» (Soy una mujer, ¡escuchen mi rugido!). La canción dice también «It’s wisdom born of pain», (es la sabiduría nacida del dolor).
Durante mis 72 años como Hermana de la Misericordia me he transformado en feminista. Formé parte de una familia de nueve hijos criada por una pareja de padres irlandeses en South Providence, Rhode Island. No tuvimos mucho, pero nada de eso me preparó para la pobreza que vi en Centroamérica en los años sesenta.
Seis años de servicio como profesora y directora de escuela en Honduras y Belice desarrollaron en mí la conciencia feminista. Vi mujeres enfrentarse a sus abusivos maridos en medio de una cultura machista. Vi niñas indígenas adquirir confianza a medida que aprendían sobre sus propios cuerpos. Se reconocían cada vez más a sí mismas justo al frente de tus ojos.
Cuando regresé a South Providence en 1970 y empecé a trabajar en la Parroquia de St. Michael, me impresionó mucho la pobreza de las madres adolescentes que buscaban bautizar a sus hijos. Las visitaba en sus hogares. Muchas de estas jóvenes madres no llegaban al segundo grado de lectura. Me enfurecía que un país tan opulento como el nuestro hubiera creado una clase baja con personas a las que nadie les prestaba atención.
Del ministerio al activismo
Pero mis años en St. Michael también me dieron esperanza. Fue en la década de los años setenta cuando muchas de nosotras nos entusiasmamos con el renovado compromiso de la Iglesia con la justicia social, tal como se había definido en el Vaticano II. Nos desplazamos del ministerio al activismo. Toda clase de activismo basado en la fe comenzó durante esos años.
Es increíble ver cómo un ministerio en tu vida se va tejiendo con otro. Deborah Thompson, una hermana que luego se convirtió en asociada de la Misericordia, y ya fallecida, me acompañó en St. Michael y juntas comenzamos a alfabetizar a cuatro jóvenes madres en 1980. A medida que ayudábamos a estas mujeres a aprender a leer sus facturas, su contratos de arrendamiento, los mensajes de los profesores de sus hijos y la música que cantaban en la iglesia, sus temores por la inadecuación y el analfabetismo disminuyeron. Adquirieron confianza y fueron apareciendo más madres y más voluntarios que se convirtieron en tutores. Ese fue el comienzo de Dorcas Place Adult and Family Literacy Center, hoy Dorcas International Institute of Rhode Island, el centro más grande de educación de adultos en el estado. (Dorcas fue una mujer que se menciona en la Biblia, perteneciente a los primeros cristianos, que ayudó a personas que vivían en la pobreza).
Yo tenía 50 años en aquella época, más o menos la misma edad que tenía Catalina «Kitty» McAuley cuando fundó la comunidad de las Hermanas de la Misericordia. Luchamos mucho por conseguir financiación para Dorcas Place, ya que la educación de adultos era un concepto novedoso y no recibíamos ayuda de las agencias estatales (lo harían más adelante). Yo le decía a Deborah: «¡Estamos emulando a Kitty!». Catalina se dedicó a servir a las jóvenes y personifica una de mis máximas preferidas: «El crecimiento de la mujer es el crecimiento de la raza».
La «edad del idealismo»
Durante los diecinueve años que dediqué a Dorcas Place aprendí que casi todas las mujeres han experimentado algún tipo de violencia en sus vidas. Esa convicción, y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer realizada en Beijing en 1995 (UN’s Beijing Conference on Women in 1995), que hizo hincapié en la educación y el desarrollo de las niñas, me hicieron caer en cuenta de que teníamos que empezar con las más jóvenes. Teníamos que llegar a las niñas en la «edad del idealismo», cuando comienzan a entrar en la adolescencia.
Así fue como en 2001, junto con un grupo de mujeres apasionadas, fundé Sophia Academy, una escuela de grados 6 a 8, para niñas de toda fe y de bajos ingresos. Sophia significa «sabiduría» y el lema de la escuela es «Reflecting Wisdom in the Girl» («Haciendo brillar la sabiduría en las niñas»).
La comunidad de Sophia se fundamenta en el empoderamiento y la justicia social. ¡Y las niñas lo entienden! Antes de la pandemia, ellas solían trabajar juntas en clase en «círculos de aprendizaje» y comprenden bien que estar juntas las hace más fuertes.
Durante la pandemia, Sophia ha tenido una tasa de asistencia de 97 por ciento. A nuestra escuela asisten 64 estudiantes provenientes de diversos entornos. Tenemos un equipo de profesoras y personal administrativo que ha respondido maravillosamente. Visitaron tres veces las casas de las jóvenes llevando alimentos y tarjetas de regalo Visa, y yo les acompañé una vez. Fue conmovedor ver cómo se animaban mutuamente.
Superar el patriarcado
Creo que Sophia Academy expresa lo mejor del feminismo, que es compañerismo, cooperación y apoyo. El feminismo es lo contrario al patriarcado que se fundamenta en el poder.
A pesar de que nos falta mucho camino para superar el patriarcado, tengo mucha esperanza porque he presenciado grandes progresos a lo largo de mi vida. Nunca pensé que viviría para ver a tantas mujeres postulándose al Congreso y (espero) a una mujer como vicepresidenta. Incluso en la Iglesia, más y más personas entienden que Dios no es un «él» o incluso una «ella», sino más bien un Espíritu que es Amor.
A lo largo de los años, he aprendido que las personas quieren ser parte de algo bueno, algo que les dé vida, algo más grande que ellas mismas, que amplíe su mundo. Dorcas Place y Sophia Academy no son el trabajo de una o dos personas sino de muchas.
Me siento bendecida de trabajar con tantas mujeres y niñas maravillosas.
Lo más destacado de la vida de la Hermana Mary Reilly
Oración favorita:
Frase favorita:
- «La educación es el arma más poderosa que se puede usar para cambiar el mundo». Nelson Mandela
Nacimiento: 18 de diciembre de 1929
Ingreso a las Hermanas de la Misericordia: 1948
Cofundadora de:
- NETWORK
- McAuley House, parte de McAuley Ministries
- Good Friday Walk for Hunger and Homelessness
- Dorcas Place Adult and Family Literacy Center, ahora, Dorcas International Institute of Rhode Island
- Comisión de Rhode Island para la Educación de Adultos
- Sophia Academy
Reconocimientos:
- Nombrada como «Mujer de Sabiduría». Sophia Academy, 2020
- Inclusión en el Salón de la Fama de Rhode Island, 2019
- Grados honorarios – Salve Regina University, URI (University of Rhode Island)
- «Woman of Achievement/Mujer de Logros». YMCA, 2016