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Por Hermana Fran Repka 

La última antífona O, llega a su punto culminante partiendo de un lento redoble de tambor que va in crescendo a medida que nos acercamos al milagro navideño de Dios hecho carne, nacido como una criatura y casi inadvertido para la humanidad. ¡Oh, Ven Emmanuel!, hace referencia a la profecía de Isaías (Is 7:14): «El Señor mismo les dará una señal. Miren, la joven está encinta, dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel». Mateo (1:23) repite esta profecía añadiendo que Emmanuel significa «Dios con nosotros». Cada año me conmueven profundamente las antífonas O, cantadas y recitadas a diario en vísperas, antes y después del Magnificat, que nos recuerdan que María es el recipiente a través del cual nació Jesús; ¡que su «sí» cambió el mundo para siempre!  

Por Sister Renee Yann

El pueblo de Israel esperaba un nuevo Rey y Legislador cuyo liderazgo no comprometiera la herencia espiritual de Israel con malsanas alianzas comerciales y líderes demasiado dispuestos a arriesgar todo por ganancias materiales, poder y prestigio. Isaías se aferró a la creencia de que sólo Dios podía restaurar un sentido de seguridad e integridad y enviar un nuevo tipo de líder. 

Nadie anticipó que el nuevo rey vendría como una criatura nacida de una mujer, cuya guardería sería la naturaleza y no un palacio. Que se atrevería con los movimientos que parten del corazón, con la bondad y la ternura. Que ofrecería un nuevo modo de vivir: ni más alto ni más bajo, sino como un pueblo que se ayudase mutuamente con compasión, misericordia y amor. La Encarnación sitúa a Jesús entre los más vulnerables, amenazados y pobres de la humanidad. El Emmanuel invierte nuestra mirada: de un rey que oprime a sus súbditos a uno que va de la mano de los que caen por las grietas de la sociedad. Cristo nace de nuevo en nuestra humanidad actual. Estamos llamados a experimentar la vida juntos. Sinodalidad. El único futuro posible para Emmanuel es la hermandad. Sinodalidad: humildad en la escucha y confianza en el diálogo mutuo. Timothy Radcliffe, O.P., al impartir un retiro a miembros del Sínodo de Obispos en octubre de 2023, dijo: «La vida y la fecundidad dependen de la diferencia. Una sociedad que teme la diferencia morirá». Todos desempeñamos un rol. Sin excepciones.

Como María, meditemos en nuestros corazones sobre estas cuestiones. ¿Cuáles son nuestros deseos y esperanzas en común y globales mientras escuchamos la profecía de Isaías con los ojos y los oídos puestos en nuestro propio mundo, en el que un liderazgo sabio y unas políticas respetuosas siguen siendo nuestro anhelo? ¿Cómo estoy/estamos viviendo una auténtica vida de fe en un mundo lleno de dolor y de pérdida como en Gaza, Israel o Ucrania? ¿Qué acciones llenas de fe estoy/estamos aportando a los problemas de racismo, sexismo, clericalismo, marginación de las personas diferentes a nosotras mismas; por no mencionar el cambio climático debido al maltrato humano del planeta Tierra? La mayor MISERICORDIA en todos estos desafíos yace en Emmanuel que está entre nosotras/os, caminando con nosotras/os, mostrándonos el camino del AMOR.   

Este camino del amor quizá comience con oír las enseñanzas proféticas del Papa Francisco que nos despierta a la «Alegría del Evangelio» y nos lleva a seguir a Cristo de todo corazón. Él nos invita en Laudato Si a reconocer la manera en la que nuestro mal uso del medio ambiente se relaciona íntimamente con la pobreza, por lo que nuestro cuidado y amor deben extenderse a toda la Creación. En la reciente Laudato Deum, el Papa Francisco nos recuerda que hemos sido creados también y no somos dueños de la creación. «…hay un significado místico que se encuentra en una hoja, en un camino de montaña, en una gota de rocío, en el rostro de un pobre. El mundo canta a un Amor infinito: ¿cómo no cuidarlo?». (Laudato Deum, 65)

¡Oh, Ven Emmanuel! no sólo da intensidad a nuestra preparación para el Adviento, sino que también la lleva a una conclusión alegre e impresionante. Una especie de meditación de acción de gracias por lo que está por venir. ¡El deseo de las naciones! ¡La promesa de un Mesías! La gran seguridad de que «Dios está con nosotros» pase lo que pase. ¡Oh ven, oh ven  emmanuel!