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Recordando a quienes se marcharon antes que nosotras

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Por la Hermana Terry Kimingiri

En el día de los fieles difuntos, en Guyana, nos reunimos en nuestra cripta en el cementerio East La Penitence, donde descansan los restos de las Hermanas de la Misericordia que trabajaron o vivieron en Guyana.

Nuestros chicos del orfanato de San Juan Bosco estuvieron con nosotras para este momento sagrado. Colocamos nuestras flores y la cruz de la Misericordia reflexionando en nuestros corazones y mentes, ¿qué es realmente la muerte?

«Estamos sobre los hombros de quienes vinieron antes de nosotras», fue el canto de nuestro encuentro. Escuchamos las Escrituras y nombramos por su nombre a cada hermana que nos ha precedido. Dimos gracias a Dios por estas mujeres que confiaron en que Dios estaría con ellas en la vida y en la muerte.

Nuestras vidas están entrelazadas con su fortaleza y pasión para servir a las personas más necesitadas: los económicamente pobres, los socialmente descartados, los olvidados. Estamos sobre sus hombros, son nuestras antepasadas. Por su servicio generoso, fueron discípulas amorosas y nos marcaron el camino de Misericordia.

Entramos en el silencio del momento, rezando que el Dios de Misericordia las envuelva y las rodee de su amor. Son nuestras compañeras de nuestro camino, hasta que nos encontremos cara a cara en Dios.

Colocamos nuestras pequeñas velas encendidas encima de la cripta, como parte de nuestro ritual de oración.
Colocamos nuestras pequeñas velas encendidas encima de la cripta, como parte de nuestro ritual de oración.

Terminamos nuestras oraciones cantando Suscipe de Catalina McAuley, nosotras que somos propiedad de Dios en el tiempo y la eternidad.

Catalina McAuley lo dijo bien: «Cada día es un paso que damos hacia la eternidad y continuaremos avanzando así día a día hasta que demos el último paso, que nos llevará a la presencia de Dios».