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Uniéndonos a los mariachis con un aleluya provisional

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Por la Hermana Anne Connolly en McAllen, Texas

Continuamos nuestro trabajo aquí en la frontera de México con los Estados Unidos ayudando a quienes buscan seguridad y refugio en los Estados Unidos. Como muchas de ustedes saben, ni los Estados Unidos ni México quieren realmente a los refugiados.

Los Estados Unidos han tratado de establecer reglas exigiendo a solicitantes de asilo que lo pidan primero en los países por donde pasan, y esos países tienen el mismo nivel de violencia, explotación y pobreza alimenticia.

Si bien no deseo ignorar estas realidades —es por cierto imposible ignorarlas— entiendo que también hay una necesidad de escuchar buenas noticias humanitarias de vez en cuando.

Entonces, algunas breves noticias desde el otro lado de la frontera:


  • Caridades Católicas está buscando formas de llevar cosas a la frontera, de las amplias reservas, para quienes las necesitan. Lo hace en medio de tantos obstáculos que pone en su camino el gobierno de México. ¡No quieren que hagamos que la gente se sienta bien! Hoy por hoy, cada miércoles y jueves son designados para llevar artículos de ayuda apropiados a la frontera.
  • Un sábado reciente, alguien llevó tazas y 40 galones de leche que compartió con todos los niños que estaban esperando a sus padres. Estoy muy atenta por si alguien cruza la frontera, y envío más leche con los fondos donados.
  • Mientras las familias esperan por meses, algunas personas llevan «tiendas de campaña» para ofrecerles algo de protección. Sepan que estoy atenta ante la necesidad de más tiendas de campaña para los recién llegados a la frontera. Hasta el momento, cuando sabemos de alguna necesidad, hay donaciones inmediatas. ¡Todos quieren ayudar!
  • Un domingo reciente, recibimos a una familia de nueve personas al final de la tarde, y supimos que era el cumpleaños de la madre. Un miembro del personal de servicio hizo una fiesta sencilla con lo que había en la cocina y nos envió a todos el video. La madre lloró durante el canto y los abrazos. Fue muy conmovedor. ¿Por qué esta familia de nueve viajó tan lejos? ¿Y cómo llegaron hasta aquí? ¿Y tendrán éxito?
  • Estoy llevando al hospital a una joven madre, casi todos los días, para visitar a su niña de tres semanas de nacida ya, Génesis. El sábado fue la primera vez que Mariela tuvo en sus brazos a su pequeña, y también fue la primera vez que Génesis recibió alimento por la boca y no a través de los tubos. Estar presente para este milagro fue una alegría inesperada. Una vez que el hospital dé de alta a Génesis, las dos volarán a Missouri, hacia quien las patrocinó.
  • Algo significativo sucedió después de una de estas visitas al hospital. Mientras salía, saludé a una enfermera y luego continuamos nuestro camino. Escuché una voz a mis espaldas y, al voltear, vi a la misma enfermera. «¿Es Ud. una hermana?», preguntó. (Llevo diariamente conmigo mi medalla de la misericordia). «Sí, lo soy». Enfermera: «Gracias por todo lo que hace por estas personas». Esos breves momentos conmovedores. No buscamos agradecimientos ni nada parecido, pero el sentimiento de solidaridad es inmenso. También agradecí por el trabajo que ella estaba realizando. Es una de las enfermeras que ha estado cuidando a Génesis.
  • Sepan que no hay necesidad de donaciones de dinero por el momento. Tengo algo escondido para las necesidades que voy viendo. El dinero no es problema; sí lo es la compasión y la dignidad humana. Estamos hablando de inmigrantes sentados en México, esperando sus audiencias en octubre, noviembre, diciembre, enero, a un año de distancia. Están esperando, y vienen meses fríos.
  • La gente es tan generosa que tenemos una buena cantidad de todo, y seguimos recibiendo donaciones. Las cosas más aceptables son las más básicas como pañales, toallitas húmedas, toallas femeninas, papel higiénico y biberones. Recientemente, cuando cruzó un grupo de voluntarios, repartieron el último par de cordones de zapatos que traían. Así que continuaré llevando algunos al centro, poco a poco desde mi gran bodega, para que los manden a cada viaje ¡Gracias a todas las personas que han contribuido!

Voluntarias y voluntarios de Caridades Católicas empujan carretas llenas de suministros hacia el puente que va a México, donde los distribuirán a inmigrantes del otro lado.
Voluntarias y voluntarios de Caridades Católicas empujan carretas llenas de suministros hacia el puente que va a México, donde los distribuirán a inmigrantes del otro lado.

Me mantengo positiva sobre mi elección de permanecer en este frente, ayudando a que los voluntarios estén listos para llevar las cosas a la frontera, así como les sea posible. Ser una presencia estable aquí, llevando a la gente al aeropuerto y al hospital entre otras cosas, parece ser lo que recibo en mis manos cuando las extiendo.

Todo lo anterior sucede en medio de una montaña rusa de sentimientos diarios para nosotras. El 29 de septiembre, Jornada Mundial del Inmigrante y Refugiado, escuchamos al Papa Francisco decir: «No es solo sobre inmigrantes». En la liturgia de ese día, no estaba segura de unirme a los mariachis cantando «Aleluya».

Gracias, Hermana Mary Pat Garvin, por su reciente recordatorio sobre el Día de la Misericordia, el cual compartí aquí: «Nuestro mundo está en juego. Nuestras vidas están en juego. El sueño de Dios está en juego».

Estamos seguras de que ese sueño es para que todos puedan unirse y cantar con los mariachis, pero por el momento nuestro «Aleluya» es ciertamente provisional.

Unidas seriamente en la oración y misericordia, y con mucho amor, Anne.